Torrejón es un sitio privilegiado por su cercanía al Parque Nacional de Monfragüe, que a penas dista cuatro kilómetros y por formar parte de la Reserva de la Biosfera que consagra la simbiosis entre el hombre y la naturaleza.
En primavera y en otoño los colores le otorgan una sensación de armonía extraña. En otoño el campo comienza a despertarse a la virginidad del verde y estampar su riqueza en las bellotas desperdigadas por las amplias colinas que lo componen. En primavera, la explosión de la flora, el olor de las jaras y el embrujo de los tomillos, encandilan al pasto que, poco a poco, se ruboriza en un amarillo.
Cuentan que Torrejón el Rubio fue fundado por los árabes, de los que no conservamos vestigios. También hay que decir que Torrejón el Rubio nació en torno al Huerto de la Cava, fundada por Pedro Rubio al construir en torno a un torreón, probablemente de origen árabe, una serie de chozas para guardar el ganado. Además sirvió de posada y descanso entre Plasencia y Trujillo, cuando se cubría el trayecto a pie o caballo. Posteriormente, tras la conquista que Alfonso VII y Fernando III hicieron de estas tierras, el pueblo se convirtió en un gran regalo latifundista que hasta hoy continúa.
Desde el siglo XVI se conservan los escritos de la parroquia de San Miguel Arcángel, un edificio del mismo siglo que, adjunto al palacio de los condes de Torrejón, fue el centro, durante mucho tiempo de la localidad. Todos es escritos rememoran la condena histórica a la que el habitante de Torrejón se vio sometido por la férrea dictadura de los condes, la mesta, las órdenes militares y la Iglesia. Algunos de los pasajes más impresionantes los relata un sacerdote de la villa cuando narra la venida de un enviado especial del obispo que buscaba el diezmo. Como no había, dado que las cosechas eran muy malas, traía una bula de excomunión para el sacerdote y los fieles.
Ese dominio fructificó durante mucho tiempo, convirtiéndose, por desgracia, en un lugar, como otros en Extremadura, dónde el caciquismo, la miseria y la falta de futuro, obligó a muchos de sus habitantes a la emigración.
Hoy, con una población de 750 habitantes, Torrejón ha conseguido que su tranquilidad y su entorno natural sea su principal aliciente, con una amplia capacidad hotelera, una hospedería, un hotel, seis casas rurales, dos pensiones y un albergue. Además su cercanía al majestuoso parque nacional de Monfragüe le aporta un esplendor único e irrepetible en otras zonas de la península. Importante es hablar de sus famosas cacerías en otoño, y del magnífico olor a brasero tan propio del invierno que hacen de estas zonas del centro de Extremadura un lugar espléndido para el turismo rural.
Costumbres: Tipica Matanza Extremeña. Migas Extremeñas con Chorizo. “Manino, manina”. Magníficas bollas artesanas. Roscas de anís a la extremeña.